el pensador se concentra. medita. en silencio hace balance. tranquilamente.
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es día sabado seis de enero. es un día de regalos. de ilusión para los niños. de regalos decía y carbón. los reyes de oriente vienen a lomos de camello. siguiendo la estrella polar. cruzando desiertos. venciendo inclemencias y superando obstáculos. es lo que dice la tradición cristiana. hoy domingo seis de enero es día de comida familiar. de celebración. de intercambio de regalos. de sonrisas y "toda va muy bi en"...
es día sabado seis de enero. es un día de regalos. de ilusión para los niños. de regalos decía y carbón. los reyes de oriente vienen a lomos de camello. siguiendo la estrella polar. cruzando desiertos. venciendo inclemencias y superando obstáculos. es lo que dice la tradición cristiana. hoy domingo seis de enero es día de comida familiar. de celebración. de intercambio de regalos. de sonrisas y "toda va muy bi en"...
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ha salido el sol este sabado con sabor agridulce a domingo. sin misa. sin tiempo o con tiempo, excesivamente lento y pausado y largo y silencioso y solitario. me ha recordado alguno de los domingos en esa finca que se venía abajo de desolación y ruptura. de decadencia lenta y orgullosa. eran domingos como este sabado seis de enero -día de reyes- en los que las hojas eran movidas por el viento. las cuadras vacias repetian ecos de tiempos mejores. el picadero levantaba su arena revuelta y rabiosa, sin motivo para ser porque ya no galopaban su vientre los caballos desde hacía meses. caminaba por el lago desfondado. miraba los prados resecos con sus vallas blancas de madera desportillada. entraba en las cuadras de las poleras y sentía un vacío grande al ver los boxes vacíos. caminaba por donde otras huellas en tiempos de guerra. de victoria. de actividad. no abrigaba mis manos para sentirme vivo. miraba con nostalgia triste ese inevitable abandono. dolía ver lo antaño bullicioso, colorido y lleno de vida, azotado por el viento gris de esos domingos en soledad.
la gran casa silenciosa y oscura se veía en lo alto de la colina. la pista de tenis sin su net y la valla medio caida iba alimentando sus grietas como arrugas en un rostro marchito. duraban horas esas caminatas. me detenía al final del camino del lago llegando a la nave de hidroponico y el silo, me sentaba en la tierra y miraba el horizonte reseco de las casas mas alla de los límites. pensaba que no se podía sentir mayor desasosiego. pensaba que nunca saldría de alli. pensaba que me iria desvaneciendo junto con la casa, las cuadras, los prados, el lago, las naves,... pensaba que nadie jamás había sentido mayor tristeza en la vida. pensaba que el camino para llegar a la gasolinera era largo, cuanto no sería de largo el camino para llegar a madrid. todo parecía estar muy lejos de ese lugar. de ese momento. de esa decadencia y esa afilada tristeza.
la gran casa silenciosa y oscura se veía en lo alto de la colina. la pista de tenis sin su net y la valla medio caida iba alimentando sus grietas como arrugas en un rostro marchito. duraban horas esas caminatas. me detenía al final del camino del lago llegando a la nave de hidroponico y el silo, me sentaba en la tierra y miraba el horizonte reseco de las casas mas alla de los límites. pensaba que no se podía sentir mayor desasosiego. pensaba que nunca saldría de alli. pensaba que me iria desvaneciendo junto con la casa, las cuadras, los prados, el lago, las naves,... pensaba que nadie jamás había sentido mayor tristeza en la vida. pensaba que el camino para llegar a la gasolinera era largo, cuanto no sería de largo el camino para llegar a madrid. todo parecía estar muy lejos de ese lugar. de ese momento. de esa decadencia y esa afilada tristeza.
pero el tiempo pasó. el invierno se hizo primavera y la primavera verano. esa casa fué vendida tiempo después. con toda su carga de vida y experiencias dentro. desaparecieron los domingos en los que las misas eran esos paseos por el abandono y los pensamientos grises. se activó el alma. el cuerpo inyectó adrenalina al intento y volví a caminar a color.
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asi es la vida. yo aprendí que a veces podemos sentir tristezas muy grandes. nos podemos desgarrar en silencio sin mostrar ese dolor. podemos creer intensamente que ya no volveremos a ser por lo menos iguales, cuando iguales era un momento bueno, la creencia de ser feliz, la ilusión de ir a mucho más, un momento de amor mas grande que nunca en la vida. podemos echar de menos con tanta intensidad que incluso pensemos que lo que nos sucede es el precio que pagamos por lo hijos de puta que también supimos ser y sin remordimiento. podemos incluso pensar que todo se nos dió vuelta y que personalmente la vida nos quito su favor. todo eso y mucho mas en negativo podemos sentir, pero yo aprendí, que los caminos hay que andarlos. hay que mirar adelante. hay que forzarse a seguir sin mostrar en exceso el abatimiento y el dolor. porque la vida es como decía ommar khayyam: una rueda. una rueda que gira, gira, gira y en su avance, es inevitable que después de un sentimiento de vacio tan grande, le pueda seguir uno de intensidad positiva igualmente grande. esa sola posibilidad es por la que merece la pena avanzar. si sabemos ser fuertes, la espera termina por recompensar y si no es asi, solo el hecho de sentir con tanta intensidad una falta en el corazon, ya merece la pena. despues de todo de eso se trata ¿o no?:
de vivir con intensidad y pasión. y por supuesto de luchar para superar nuestro dolor. para superarnos a nosotros mismos cada vez más.