el loco de los zapatos rojos detestaba la mentira. no podía con esa capacidad que tienen algunas personas para sostener una falsedad mirandote a la cara. le producía un desgaste excesivo tener que soportar conductas del estilo y terminaban por opacarle en todo lo demás. si su visión del mundo era sepia, ante semejantes actitudes, perdía esa visión incluso el decadente romántico del sepia y se hundía en el mas duro y afilado contraste del blanco & negro.
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pero lo que más le podía causar daño eran esos errores que provenían de seres amados, cuando cometían un fallo su confianza en adelante se veía socabada. y cuando la confianza se ve tocada en su tobillo, todo lo demás termina por desmoronar.
(aquiles fué muerto no por una herida amplia, dramática, heroica o imponente. no, fue muerto porque una flecha le cerceno el tendon del talon. se quedó sin movilidad por ello y fué pasto facil de sus enemigos).
a veces los fallos no tienen que ser amplios, dramáticos, heroicos o imponentes, por ponerlo en terminos de la herida descrita de aquiles. basta con mínimos deslices que en el fondo encierran una necesidad de ocultación, tampoco directamente una mentira, que solo puede significar aviezas y poco fiables intenciones. si uno va con la verdad por delante, luego todo es mas facil. si se oculta, entonces algo no va del todo bien o en absoluto bien.
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eso le sucedió una noche cuando volvía de staten island con esa mujer con la que circunstancialmente compartia el momento. venian de ver la casa de alice austern. sus fotos magnificas y de pasar el día en ese entorno extenso y poco explorado todavia. ella recibió una llamada. estaba a su lado. dudó una fracción de segundo al decir un nombre "seguro" de hombre y amigo. se suponía que la llamada venía de un numero desconocido. el interlocutor debió preguntar:
-¿con quien estas?-. a lo que ella respondió, dudando mucho antes de dar una respuesta.
-con, un... je, je, amigo-. muy azorada sono su voz.
ellos no eran amigos. ellos compartian desde hacia semanas su vida de una manera todavia incipiente pero evidente. ellos no eran conocidos. ellos eran pareja y asi lo sentía por lo menos él. ella tal vez a vista de esa respuesta, no tanto.
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mal tema fué para el loco de los zapatos rojos escuchar en sus narices esa contestación.
a la mañana siguiente su cabeza pensante se dejó llevar y sacó conclusiones:
que si la llamada no era de tal amigo, sino de otro que, al escuchar de la boca de ella otro nombre distinto al suyo, se daria cuenta de que estaba en situación complicada para explayarse y le podria seguir la corriente. lo peor de todo es que le dijo que le llamaría el fin de semana y ese fin de semana el loco de los zapatos rojos partía de viaje por unas semanas. con la mosca detrás de la oreja ya no se sintió tranquilo.
que si no le decía realmente con quien estaba a ese sujeto, entonces podía ser por que se avergonzase de su relación, de él... peor aun, por que quisiese mantener la ficción de estar sola y no dejar de ser buscada por otros hombres mientras él ausente...
y unas cuantas divagaciones más que no pudo evitar.
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con lo bien que iba todo, cometer semejante desliz en sus narices era tan absurdo. un corte en el tendon de aquiles en medio de una batalla. una nada en comparación con otro tipo de heridas posibles, pero ese pequeño, insignificante, mínimo tajo en el lugar adecuado, podía terminar siendo el causante de algo inmeso y sin retorno, como le sucedió a aquiles. a veces no somos conscientes del daño que causamos, de los pequeños tajitos en el tendon que realizamos y terminamos por tocar a seres a quienes realmente amamos.
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¿a cuento de que carajo, no decir simple llana sencilla limpia-mente la VERDAD?.
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el loco de los zapatos rojos viajó. decidió dejarse llevar por su intuición. actuar en consecuencia. ser coherente con su sentimiento y no traicionar aquello amado. tratar de no pensar que su tendon en medio de la batalla había sido tocado, porque si lo hacía, entonces no sería capaz de pelear esa batalla. no sería capaz de luchar en esa guerra. decidió que no sería por él que esa historia se rompiese, jamás. después de todo si algo sabía en esta vida, es que en ocasiones solo podemos esperar venir los acontecimientos. mantenernos firmes en nuestros principios y esperar que los demás esten a la altura de nuestro compromiso. si no fuese asi... entonces sería porque era mejor de otra manera.
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lo que tenga que ser será.